Durante el tiempo estival, en el
que intentamos disfrutar en actividades diversas, en compañía de la familia, o de
buenos amigos; la lectura de un periódico
local puede ocupar uno de esos momentos. He aquí que me encontraba en la lectura del
Diario de Burgos, el pasado sábado 28 de junio, y mis ojos se quedaron clavados
en un reportaje titulado “Beronika y sus ochos apellidos vascos”.
La tan comentada cinta
cinematográfica de Emilio Martínez Lázaro, que juega con tópicos en dos
culturas dispares, ha hecho correr numerosos chorros de tinta. No es mi
intención hacer crítica cinematográfica, por la sencilla razón de que quien
escribe no ha visionado la película.
Deseo resaltar el reportaje del
Diario de Burgos, jugando con la integración en la cultura castellana, de una
mujer guipuzcoana que conserva sus raíces y su lengua materna el euskara. Y ha
sabido transmitir estos, a sus tres hermosos vástagos.
Lo cierto es que Beronika, no
tiene ocho apellidos vascos, tiene diez y seis o más, ya que sus ocho bisabuelos
eran originarios de Aia.
Siempre se dice que la realidad supera a la ficción; en este caso concreto, y con matices, la historia real de Emilio Martínez Lázaro quizás no se encuentre entre Andalucia y Euskadi; si no entre Castilla-León y Euskadi. Ya que la protagonista de esta historia también cambió su hogar por amor. Zorionak Beronika.
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